Sí, lo aceptamos. Somos raros, extraños. Incomprendidos.
Mientras el resto de la humanidad disfruta de sus cómodas camas al amanecer, nosotros estamos afuera, corriendo en la oscuridad, con temperaturas que harán dudar hasta a un oso polar. O pedaleando contra el viento, como si tuviéramos una deuda pendiente con la incomodidad. O nadando en aguas que cualquier persona cuerda evitaría, porque al parecer, un poco de hipotermia es parte del entrenamiento.
Somos raros porque planificamos nuestros viajes no en función de playas paradisíacas o destinos de descanso, sino en función de carreras. “A ¿Te vas a Europa?” Sí, a correr un maratón. A ¿Vas a Estados Unidos? Sí, a un Ironman. Nuestra idea de turismo involucra altimetría, clima y disponibilidad de carbohidratos en la zona y en muchas ocasiones, otros amigos raros que se unen al mismo plan.
Somos raros porque entrenamos incluso cuando el sentido común dice que deberíamos estar en la casa. ¿Hace frÃo? me abrigo y listo. ¿Hace calor? voy con menos ropa y llevo más electrolitos. ¿Está lloviendo? Bueno, un rompe vientos y una chompa para el frío e igual nos vamos. No es la primera vez que nos ven regresar empapados con una sonrisa de hornado (de oreja a oreja).
Somos raros porque nos cuidamos en la alimentación pero comemos como si hubiéramos salido de un ayuno de 3 días. Porque mientras el resto se escandaliza por una pizza entera, nosotros nos la comemos y preguntamos qué hay de postre. Nadie entiende cómo podemos ser tan estrictos con la nutrición y, al mismo tiempo, devorar un buffet con la eficiencia de un atleta de élite.
Somos raros porque, aunque no vivamos de esto, nos creemos profesionales. “Oye, ¿pero te pagan por correr?” No, pero yo pago a un entrenador, reviso mis watts, mis zonas de ritmo cardíaco, mis calorías, la inclinación de la ruta y hasta mido el gasto energético en kilojulios. O sea, prácticamente somos pros pero no vamos tan rápido ni ganamos un centavo.
Normalmente nos preguntan en qué puesto llegamos en las carreras y somos tan raros que no nos importa llegar en el puesto 2378, ¿para qué corres si nunca ganas?.
Porque el verdadero rival somos nosotros mismos. Nos entrenamos para superarnos, para vencer nuestras excusas, para demostrar que el límite es solo un invento de nuestra propia mente.
Pero, ¿sabes qué es más raro?
Más raro es no entender que no importa el puesto, importa el esfuerzo.
Más raro es no atreverse a entrenar para algo que realmente te desafíe.
Más raro es ver la vida pasar en una pantalla y decir “No tengo tiempo para entrenar”.
Es más raro pasarse horas viendo una serie y luego quejarse de que no hay tiempo para moverse.
Es más raro criticar a quienes sí entrenan en lugar de intentarlo.
Es más raro conformarse con una vida sin el reto de descubrir hasta dónde puedes llegar.
Porque al final, el deporte no es para ganarle a otros, sino para vencer a esa versión tuya que siempre busca la salida fácil.
Así que sí, somos raros.
Y qué suerte que tenemos de serlo.
Me sumo a los seres raros. Gran mensaje 👍🏼