“¿Y ahora qué? Cuando entrenas con todo… y no puedes competir”
Te enfermas, te lesionas, no logras llegar....
Hay pocas cosas más frustrantes en el mundo del Endurance que entrenar con todo, hacer las cosas bien durante semanas o meses, soñar con el día de la carrera… y, justo antes de competir, enfermarte. Una gripe, fiebre, malestar, o incluso una lesión inesperada. El cuerpo dice “no”, justo cuando tú más querías decir “sí”.
Y claro, duele. Duele porque te esforzaste. Porque madrugaste, entrenaste cuando nadie te veía, seguiste el plan, hiciste sacrificios. Y de repente, todo eso parece quedarse sin ese momento de recompensa. Se siente injusto. Y lo es. Pero también es parte del juego.
Me pasó hace poco algo que me dejó pensando mucho: mi hija, que se había preparado con mucha ilusión para una carrera, se enfermó dos días antes. Tenía todo listo. Estaba emocionada. Y de pronto, no pudo correr. ¿Qué se hace en esos momentos? ¿Qué le dices a alguien que se esforzó tanto y no puede mostrar lo que vale?
Creo que lo más importante es entender que esta frustración, aunque incómoda, también es parte del camino. Y más aún: puede ser una herramienta poderosa para construir carácter. Porque la resiliencia no se forja cuando todo sale perfecto, sino cuando las cosas no salen como esperábamos.
Y es ahí donde uno tiene que hacer el trabajo más difícil: el mental.
¿Cómo manejar esa frustración?
1. Permítete sentirla. Está bien estar triste, molesto o desilusionado. No lo reprimas. Dale un espacio a esa emoción.
2. Pon en perspectiva todo lo que ganaste en el proceso. Porque la carrera era solo la punta del iceberg. Lo importante fue todo lo que te convertiste mientras te preparabas. El crecimiento no se borra solo porque no cruzaste una meta.
3. Recuerda que siempre habrá revancha. Las carreras van y vienen. Tu cuerpo, tu mente y tu progreso se quedan contigo. El calendario siempre tiene nuevas oportunidades.
4. Sé amable contigo mismo. No pierdas la confianza por un contratiempo. Al contrario, esto te hace más fuerte para la próxima vez. Aprende, ajusta, vuelve con más ganas.
5. Rodéate de gente positiva. A veces, solo compartir lo que sientes con quienes te entienden ya te ayuda a ver las cosas con más claridad y a sanar más rápido.
Mi hija, a su corta edad, ya sabe lo que es ilusionarse y no poder cumplir un objetivo. Pero también sabe que eso no la define. Que vendrán más carreras. Que esto le forja el carácter, le enseña a ser paciente, y le da hambre de revancha. Y si lo aprende desde ahora, imagina lo fuerte que será en el futuro.
Nosotros, los adultos, también necesitamos recordarnos eso. Porque el deporte es escuela de vida. Y aunque duela quedarse fuera de una carrera, también es una oportunidad para crecer.
Así que si te pasó o te pasa alguna vez, respira profundo. Reajusta el plan. Busca otra meta. Y recuérdalo siempre: nada está perdido si lo que aprendiste sigue contigo.
“El día de la carrera puede cambiar, pero el valor del esfuerzo nunca se pierde. Porque las verdaderas revanchas son contigo mismo.”
Siempre hay revanchas. A veces no llegan en la fecha que esperábamos, pero siempre llegan. El esfuerzo que pusiste no desaparece, solo se transforma en una versión más fuerte de ti. Las recompensas llegan… aunque a veces tarden un poco más. Y cuando lo hacen, saben aún mejor. Porque ya sabes lo que cuesta. Ya sabes lo que pesa quedarse fuera. Pero también sabes lo que vale volver.